ANDAVÍASLa localidad de Andavías se encuentra situada en la comarca zamorana de la Tierra del Pan, dependiendo administrativamente de la capital, de la que la separan apenas 15 kilómetros. Aunque no existen noticias sobre su origen, parece estar relacionado con la repoblación de Zamora en los siglos X y XI
[1]. El primer documento escrito que hace referencia a la localidad está fechado en el último tercio del S. XII
[2].
Desde el punto de vista demográfico, se ha mantenido en torno a la cincuentena el número de vecinos de la localidad hasta bien entrado el S. XIX; no superando en la actualidad los mil habitantes.
Faustino Gómez Carabias
[3] a finales del siglo XIX nos ofrecía una descripción de las ocupaciones de sus moradores: “Sus habitantes son labradores, vinateros y ganaderos en general, si bien otros son braceros del campo, pastores y dedicados a algunas de las industrias más precisas á la vida”; y de la calidad de sus terrenos: “Su término de terreno regular está destinado á tierra de labor, viñedo y praderío, que produce, aunque no en grande abundancia, cereales y legumbres de todas clases y superior calidad, vinos bastante buenos y pastos y yerbas conque se crian y recrian ganados especialmente de la clase lanar, al que sus moradores son tan aficionados que pocos habrá que no tengan algunas cabezas del mismo”.
En el terreno religioso y monumental destacaremos que existe en la actualidad una única iglesia parroquial bajo la advocación de San Miguel Arcángel, construida a finales del S. XVIII por el maestro de obra D. Juan Bernardo y costeada por el antiguo cura párroco D. Ramón Flores. Sobre ella escribe Pascual Madoz
[4] : “El edificio...es sólido, del orden toscano, con bóveda y media naranja sobre la capilla mayor; tiene 100 palmos de long., 40 de lat., y 55 de altura; la torre es una espadaña de piedra labrada; los altares son 3, y las alhajas y ornamentos son los imprescindibles para el culto...”. De esta antigua descripción hay que hacer notar que tanto la cúpula central como el portal de la fachada han sufrido notables cambios. La antigua iglesia parroquial, también bajo la advocación de San Miguel, está hoy convertida en cementerio. De ella dice Pascual Madoz
[5] “...hubo otra al SE. del pueblo, dist. unos 100 pasos: hoy sirve de cementerio...sus paredes son de mampostería y goza de buena ventilación, pues se halla colocado en una altura, aunque pequeña”.
De las manifestaciones cíclicas festivas de la localidad destacan sobremanera las ligadas a la Navidad y la Epifanía. Dos autos dramáticos, “la Cordera” y el “Auto de los Reyes Magos”, cuyo origen se remonta a la época medieval, rememoran en Andavías la adoración de los pastores y de los Reyes a Jesús recién nacido, si bien en los últimos años se han representado con periodicidad muy irregular. En los primeros días de Febrero se siguen celebrando en la actualidad dos fiestas con gran arraigo en la localidad: “Las Candelas” y “Las Águedas”. La cofradía de Santa Águeda, hermandad de las mujeres casadas, aparece en Andavías en el primer término del S. XVIII y parece ser de esta época la imagen que se conserva en la iglesia. En 1826 se suprime la cofradía debido a las irregularidades y excesos que se cometen en ese pueblo con ocasión de la festividad. La supresión pudo durar hasta 1837 y en 1851 se aprueban las nuevas ordenanzas en las que se incluye la prohibición formal de invertir los bienes de la cofradía en “refrescos, ni gastos profanos contrarios al espiritu, e intención de esta Santa hermandad conminando desde ahora para siempre con la expulsión de esta Santa Cofradía a la que se atreviere a proponerlo”
[6] Aunque pasó sus momentos de apuros debido a la reducción del número de sus miembros, como lo atestigua la imagen fotográfica captada en torno a los años 70, en la actualidad vive un nuevo apogeo por lo que durante los primeros días del mes de Febrero conviven los actos religiosos, misa y procesión con la imagen de la Santa, y los más puramente profanos y festivos, “correr el bollo” y “saltar el piorno”.
Durante el mes de Mayo, y en un pueblo que se ha dedicado tradicionalmente a las tareas agrícolas, no pueden faltar los actos religiosos de la bendición de campos. Dos son las fechas elegidas en el mes de mayo para este menester: el día 4 de Mayo, el “día del Cristo” y el día 15, festividad de San Isidro Labrador.
Actualmente la festividad de mayor importancia en la localidad tiene lugar el 8 de Septiembre, fecha en la que se celebra el día de la Natividad de la Virgen del Rosario. La cofradía del Santísimo Rosario “es la última por fecha de aparición ya que su fundación es de 1790”, y “su aparición supone el comienzo de la decadencia y extinción del culto a Nuestra Señora del Piñedo”, que celebraba su fiesta “el 15 de Agosto con misa solemne y procesión”, según nos informa J.A. Mateos Carretero. Faustino Gómez Carabias, por su parte, nos ofrece un detallado relato de la cofradía del Santo Rosario y de paso de la celebración de su festividad a finales del S. XIX: “De todas ellas la de mayor importancia es la del Rosario erigida canónicamente por los PP. Dominicos y sostenida con las limosnas y ofrendas consistentes en tartas que se venden ó rifan públicamente y que las regalan los mayordomos en el dia de su festividad, y con los que se hacen también en el ofertorio general que se celebra el dia de su Natividad, por todos los fieles y que consiste en metálico, trigo y otras cosas que se venden después. Este ofertorio tiene lugar en expresado dia por la tarde despues del Santo Rosario cantado en procesión por las calles del pueblo”.
Sería imperdonable no mencionar la labor que durante el pasado siglo desarrollaron algunos músicos tradicionales que impregnaron con sus melodías la plaza del pueblo, las calles, la iglesia,... en las festividades cíclicas o en las relacionadas con los señalados acontecimientos del ciclo vital: bodas, bautizos,... Aún son recordados con nostalgia en la localidad los tamborileros Secundino Malillos, Félix Malillos o Manuel Barrigós. En otras fiestas más íntimas, en las matanzas, en la Nochebuena, destacaban las voces, el toque de pandereta y de castañuelas de Nicolás y Delfina, o de Leoncio, que con maestría popular manejaban el baile de “las culadas” y la jota.
MIGUEL MONTALVO MARTÍN
Asociación Etnográfica “Bajo Duero” Hubo un tiempo en que las canciones no se enseñaban, se aprendían; hubo un tiempo en que las melodías eran parte de las gentes, de los momentos, de la vida; en aquel tiempo los hombres de antes subían cada domingo a la tribuna y, como siempre, fue el sacristán, el señor Carlos; al pie del atril levantaba la mano en el Introito y marcaba, guiando, dirigiendo cada voz y cada palabra, y aquellos muchachos miraban a la tribuna y aquellos sonidos eran parte de ellos mismos, y un día subían y cantaban con ellos, así fue desde siempre.
Después vino aquella otra misa, la de Ángelis, y ya no cantaban lo que era del pueblo, un día, se juntaron cuatro chavales con el señor Gregorio y volvieron a cantar la misa grande, porque era del pueblo, la gente iba marchándose a Alemania, a Suiza, a Barcelona, pero la misa seguía siendo del pueblo.
Después llegó el Concilio y prohibieron la misa, que era del pueblo, y así pasaron muchos años sin la misa, que no es como la de Palacios o la de la Hiniesta, dicen que comparaba mucho con la de Villalcampo. Un día un agustino, hijo del pueblo, quiso que volvieran a cantar la misa, que ya no estaban los viejos y a todos los recordó, y lloraron en la iglesia, y la misa volvió a ser del pueblo. Aunque sólo sea un día al año, Andavías recupera su misa y los viejos se emocionan en el Incarnatus, y nosotros, jóvenes y forasteros, en algo nos sentimos parte del pueblo, de un pueblo, que por desgracia cada día está más lejos de nosotros.
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ GARCÍAMISA SOLEMNE DE ANDAVÍAS
El canto de la Misa Solemne de Andavías, pueblo de 500 habitantes a unos kilómetros al noroeste de Zamora, supone, en la actualidad, un hecho a destacar y sin precedentes dentro de la Música Sacra Antigua. Parece ser que es un repertorio compuesto entre los siglos XVI y XVII pero cuyo estilo vocal se inscribe en la vieja tradición del canto mozárabe desarrollado por la Iglesia de la península Ibérica de las épocas visigoda y asturleonesa, así como por las comunidades mozárabes que quedaron bajo el dominio musulmán.
Independientemente de que su origen tenga o no sus raíces en la cultura mozárabe, lo que supondría más de mil años de antigüedad, se puede afirmar que su existencia data de varios siglos atrás y su pervivencia ha sido posible por el deseo de un pueblo de mantener vivo algo que le pertenece y que estaba presente, muy a menudo, en las celebraciones festivas más importantes.
La Misa Solemne ha pasado de generación en generación, de padres a hijos y en la actualidad las personas de mayor edad y otros como Isaías Carretero Malillos y Lucas de Pedro Prieto, solista y director respectivamente del coro actual y que han vivido y participado en distintos momentos del coro, así nos lo cuentan... La Misa Solemne, Misa Grande de Andavías, se ha cantado en el pueblo desde tiempo inmemorial, pues hay referencia de varias generaciones. La generación actual, unas de oídas y otras vividas personalmente, ha llegado a conocer diversas etapas, en algunas de las cuales la costumbre o tradición de cantar la misa pasó por un período de declive de manera especial en la década de los sesenta en la que la misa no se cantó durante más de cinco años. En los siguientes veinte años se cantó una vez, en el día de Año Nuevo. Por estas referencias se sabe que hacia finales del siglo XIX la misa se cantaba mal entonada, no sabían leer bien el latín, incluso había personas que sin saber leer la cantaban.. Hay que pensar que en esa época habría personas, por lo menos en las partes variables de la misa, que cantarían sin saber la letra, en las fijas no, como en el Kyrie, el Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei, estas partes de tanto oírlas, aunque se pronunciase mal y no se entendiese lo que decían, las aprendían de memoria. Las partes movibles de la misa, Introitus, Ofertorium, Communio, que eran para cada misa distintas, esas no las podían cantar con letra y lo hacían tarareando, es decir, "fungaban". Cuando la misa cantada cogió más auge fue hacia 1905, año en que nombraron párroco de Andavías a D. Nemesio Martín, hijo del vecino pueblo de Montamarta, con voz de tenor y un entusiasta de la música. Este sacerdote, a su vez, nombró como sacristán a un entonces joven y entusiasta Carlos Álvarez, hombre de toda confianza, respetado en la iglesia por su rectitud y temperamento, que escogió para el coro a las personas con mejores voces, que por cierto las había. Poco apoco se fueron integrando al coro personas más jóvenes sustituyendo a los mayores. Subían a la tribuna más de treinta personas a cantar la misa dirigidas por el señor Carlos y cuando éste faltaba, por el señor Gregorio Prieto, la mayor parte de la gente que estaba en la iglesia la sabía, todos la cantaban y la hacían suya. Se cantaba la mayoría de las fiestas importantes, o fiestas de primera clase como el Ofertorio, el Corpus Christi, la Ascensión, Navidad, Año Nuevo y muchas más, y en el mes de mayo en casi todas las fiestas que eran muchas. A la muerte del sacerdote, en el año 1948, y estando ya el sacristán bastante mayor, los párrocos que llegan a la parroquia eran jóvenes y no tenían conocimiento de esta música, lo que provocó que se dejase de cantar siendo sustituida por otra que entonces se llamaba correlativa, puesto que era bastante seguida. No obstante el pueblo se resistía a olvidar y a perder la misa solemne, y de nuevo, incluso con la iglesia caída, cuando el sacerdote tenía que oficiar fuera del recinto y en un altar improvisado, aunque fuera una ocasión extraordinaria, en la fiesta del Corpus, se oyó esa música sacra que llegaba a la gente y la embargaba de nostalgia y emoción. De siempre fue un coro de hombres, pero más adelante hubo una tentativa de otro sacerdote de incluir a las mujeres en el coro para cantar de nuevo la misa, y el conflicto fue de tal importancia que se deshizo el coro y se dejó de cantar por problemas de entendimiento entre las gentes del pueblo. Aún así a finales de los años cincuenta y coincidiendo con la llegada del párroco D. Víctor Figuera que animó a rescatar y seguir con la misa, el señor Gregorio y unos cuantos jóvenes, entre ellos Isaías Carretero, Secundino Nieto y Lucas de Pedro, comenzaron a ensayar y así la recuperaron.
A pesar de sus altas y bajas en las distintas etapas de la misa hasta el Concilio Vaticano II, en todas las fiestas mayores y en algunas menores siempre se cantaba. Cuentan que era facultad del sacristán el decidir si se cantaba, en incluso podía darse el caso que si había mucha gente en la iglesia, aunque fuese una fiesta menor, el sacristán decía:
- Hoy cantamos "la solemne".
Después del Concilio Vaticano II, la iglesia suprimió, casi en su totalidad, la liturgia en latín y ya todas las misas eran en castellano. Hacia 1970 un religioso agustino, Ursino Domínguez Carretero, hijo del pueblo, muy ligado a dicha misa, pues había sido concelebrante en varias fiestas, animó a que no se perdiera esa tradición que con tanto entusiasmo nos la enseñaron nuestros mayores. Él mismo hizo que, un día en Navidad, se juntaran algunos hombres y se cantase la misa concelebrada por él, y de nuevo la gente vibró con algo que era suyo, participó y comprendió mucho mejor la liturgia.
El pueblo quedó tan entusiasmado por oír la misa que tanto añoraban los mayores que como anécdota se puede destacar que, al salir de la iglesia, hubo algunas personas que lloraron de emoción. A partir de aquí surgió el compromiso de cantarla todos los años por lo menos una vez.
Hay que destacar que el canto de la misa solemne se ha transmitido oralmente de unas generaciones a otras, ya que además de que ningún cantor supiera música, tampoco consta registro musical alguno, al menos en esta zona, de ahí que la misa no se enseñaba sino que se aprendía. Es más, los cantores no ensayaban porque decían que se la sabían.
En la década de los noventa se puso mucho interés en recuperarla por completo y así hacia 1995, aproximadamente, el hoy director del grupo Lucas de Pedro Prieto y el solista Isaías Carretero Malillos se animaron a formar un coro escogiendo a las personas que, sin duda alguna, han demostrado su voz potente y coordinada, contando con la colaboración de algunos componentes de la Asociación Etnográfica Bajo Duero de Zamora, que contribuyeron de una manera decisiva a la total recuperación de la misma.
Después de muchos ensayos se ha conseguido cantarla en su totalidad con apreciable éxito, pues aún hay mucha gente en el pueblo que la recuerda bien y el resultado es muy satisfactorio. Se puede decir que la misa finalmente se ha recuperado en su totalidad, y es un deseo de todos que esta tradición musical que se ha perdido en muchos pueblos y zonas rurales se mantenga viva entre nuestra gente.
Y este esfuerzo por recuperarla ha merecido la pena pues los ecos de esta tradición musical llamaron la atención del Consorcio de Fomento Musical de Zamora y de la Asociación Etnográfica Bajo Duero que hicieron, por primera vez, una grabación de la Misa solemne en 1995, patrocinada por el Ayuntamiento de Andavías y presentada por el destacado etnomusicólogo zamorano Miguel Manzano Alonso.
Miguel Manzano hizo llegar este importante documento sonoro a Marcel Pérès, uno de los más sobresalientes músicos franceses de la actualidad. Fue tal el interés mostrado por este músico y debió ser tan grande la sorpresa al escuchar la grabación que hizo una visita a Andavías, a primeros del año 2002, para oír al coro en directo. Destacó, entre otras cosas, el sonido, la manera de hacer los intervalos, los adornos, las voces tan diferentes de los cantantes que para él era una manera de cantar el sonido de la música mozárabe.
En el mes de abril de 2002, después que Marcel Pérès hubiera oído otros repertorios musicales en España, hace una invitación formal al coro para participar en un festival en Francia. Esto supuso una sorpresa para todos los cantores y, después de aceptar la invitación, los componentes del coro decidieron emplear un rato de su tiempo, un día a la semana, a ensayar para perfeccionar el canto en latín de la Misa solemne.
Y así, los días 3 y 4 de agosto, por invitación expresa de Marcel Pérès, coordinador del festival, el coro de Andavías participó en el XXV Festival Internacional de Música Sacra de la Abadía de Sylvanès, en Francia, festival para el encuentro y el diálogo de las culturas, de las religiones y de los hombres. En él participaron distintas personalidades musicales, cantores, compositores, directores, y grupos de diferentes países, entre otros, de Francia, Grecia, Córcega, Líbano y Polonia. Se debe destacar de todos ellos su profesionalidad y su gran conocimiento de la música compensado todo ello por los componentes del coro con su entusiasmo, corazón y sentimiento.
Además para que también estuviese presente en el festival algo característico de la tierra zamorana, el coro ofreció su actuación vestido con la famosa "capa parda alistana" que contribuyó a transmitir esa seriedad y sentimiento profundo que resaltó la solemnidad de la celebración.
La actuación del coro se puede considerar de sobresaliente, pues el numeroso público asistente, entendido en este tipo de música, lo demostró con sus comentarios y aplausos, así como la felicitación, entre otros, del "alma mater" de la abadía y del festival, el Padre dominico André Gouzes, del director artístico, Michel Wolkowitsky, y como no del coordinador, Marcel Pérès.
Este buen hacer lo vino a demostrar el hecho de que a mediados de marzo de 2003 el coro se desplazó, por segunda vez a Francia, para participar en las "Jornadas sobre la Monodia y Heterofonía" en la música religiosa en el ámbito de la cultura mediterránea, invitado por el Ayuntamiento de Lille y, de nuevo, por el coordinador de las jornadas, el musicólogo Marcel Pérès. El objetivo del encuentro era poner en contacto tres repertorios religiosos, que históricamente han surgido de los mismos movimientos religiosos, que se desarrollan en la cuenca mediterránea durante el primer milenio de nuestra era.
Al decir de los responsables hubo repertorios de España, Argelia y Córcega que, musicalmente, presentan diversos puntos comunes como "los últimos vestigios del canto mozárabe" practicado en España por el coro de Andavías, el repertorio del canto ritual de la provincia de Djurjura (Kabylie), ilustrado por el grupo L'Kouans Tghouza y las tradiciones del canto llano rimado practicado en Córcega en los siglos XVII y XVIII. No hace falta decir que, del mismo modo, el grupo salió airoso de su intervención recibiendo las felicitaciones y aplausos de los presentes.
Se debe resaltar, también, que el coro ha recibido los aplausos y felicitaciones no sólo de las gentes de su pueblo sino también de otras localidades de la provincia donde ya conocen su música pues sus actuaciones son cada vez más solicitadas.
Hacer constar, por último, que el objetivo fundamental de este modesto grupo de cantores es mostrar su forma de cantar y la recuperación de una tradición musical que no quieren dejar en el olvido.
Isidro Prieto Hernández
La aplicación de las normas del Concilio Vaticano II, al final de la década de los años sesenta del S. XX, trajo como consecuencia la supresión casi total de la celebración de la misa en latín. Como consecuencia de ello desapareció la práctica milenaria de los cánticos litúrgicos en lengua latina.
En las parroquias de ámbito rural, y en paralelo con los cánticos gregorianos y polifónicos de las catedrales, monasterios y basílicas, se venía practicando desde siglos atrás un estilo de canto litúrgico en latín que, recordando al gregoriano, no lo copiaba literalmente, sino que era como su versión popular simplificada. A este repertorio y a este estilo pertenece el documento sonoro que se recoge en la presente grabación.
La melodía de esta Misa solemne festiva no ha suscitado demasiado la atención de los recopiladores de músicas tradicionales, a pesar de estar difundida por la mayor parte de la geografía ibérica. Tan sólo el Cancionero Gallego de E. Martínez Torner y Bal y Gay y el Cancionero de Santander recopilado por S. Córdoba dan razón de este importantísimo documento de música tradicional. Uno de los mejores conocedores de la Misa solemne, el salmantino A. Sánchez Fraile, la estudió y la trascribió para un trabajo de recopilación encargado por el Instituto Español de Musicología, aún inédito. Más recientemente, en nuestros cancioneros de Zamora y León, en el Cancionero de la Garganta (Salamanca) y en el Folklore de Hacinas (Burgos) se han incluido transcripciones de las melodías tradicionales de la misa en latín, tanto en la versión solemne que aparece en esta grabación, como en otras más simplificadas que se entonaban en el culto ordinario de domingos y diarios.
El estudio comparativo de todas estas variantes y de otras que se han conservado en grabaciones sonoras permitirá en su día aclarar el origen y la posible evolución de las melodías que la tradición oral ha conseguido conservar hasta hace muy poco. Todas las versiones publicadas hasta ahora coinciden básicamente en la sonoridad de cada una de las partes que se cantan. De algunas está claro el origen gregoriano. Así sucede, por ejemplo, con las fórmulas que se usan para el canto de las partes del propio de la misa (Introito, Gradual, Ofertorio, Dirigatur y Comunión) que recuerdan muy de cerca las fórmulas salmódicas de los modos gregorianos primero y octavo. Lo mismo ocurre con la sonoridad del Kyrie y Gloria, que recuerdan también, aunque transformada, la melodía gregoriana de la misa de Ángelis. Sin embargo otras partes, sobre todo el Credo, se apartan completamente de cualquiera de las fórmulas gregorianas y deben proceder de otras fuentes que será necesario detectar y documentar.
Pero el aspecto más importante que hay que resaltar en todas estas músicas no es precisamente el repertorio gregoriano, original o transformado, del que proceden, sino la forma particular en que el pueblo las ha asimilado creativamente. Examinando comparativamente ambos repertorios se percibe claramente cómo unas gentes habituadas a cantar en todos los momentos y tiempos han tomado esas fórmulas musicales de origen “culto” y las han transformado en algo propio. El instinto musical presente en el repertorio popular se percibe en cada momento de la interpretación, y tiene su ápice y cumbre expresiva en esa pieza maestra que destaca sobre todas las demás, el Incarnatus. El momento en que en el credo se cantan las palabras “y Jesús tomó carne de la Virgen maría y se hizo hombre” ha inspirado una de las realizaciones musicales más impresionantes de toda la música popular tradicional. Reservado siempre a un solista, a la mejor de las voces del conjunto de hombres que interpretaban la misa, era escuchada con recogimiento y devoción por una asamblea entera en un silencio profundo y sobrecogedor.
La importancia del documento sonoro recogido en esta grabación es extraordinaria. Que sepamos, es ésta la única vez que aparece completa la Misa solemne, rescatada por la Asociación Etnográfica Bajo Duero y el Consorcio de Fomento Musical en el zamorano pueblo de Andavías, donde todavía, por fortuna, no se ha roto (y es muy probable que no se rompa) el eslabón de una tradición musical que ya pasó a la historia en la inmensa mayoría de los pueblos y aldeas.
MIGUEL MANZANO ALONSO
¿VESTIGIOS DE CANTO MOZÁRABE EN LA
TRADICIÓN ORAL HISPANA? Poco conocemos en la actualidad de las verdaderas melodías hispánicas comúnmente conocidas como mozárabes. Algo más de una veintena de ellas que han podido transcribirse y que concuerdan con las conservadas en los primitivos manuscritos son la garantía sonora de nuestro repertorio. El resto, varios miles, permanecen mudas en el pergamino. Quizás por ello, la musicología no se resigna a abandonar la búsqueda y abre nuevos frentes de investigación que incluyen las derivaciones del propio canto practicado en Toledo hacia prácticas que entroncan con el mundo árabe.
Según los estudios del profesor Karl-Werner Gümpel, que ha estudiado el Canto Melódico de Toledo, es preciso hacer una reflexión sobre el término melodía. Esta palabra aparece citada con frecuencia en manuscritos de la catedral toledana para indicar un canto ornamentado, alternativo al canto llano tradicional. Por eso puede que exista cierto paralelismo, según Gümpel, en algunos tratados árabes. Ese arte de melodía es uno de los puntos de discusión en la teoría musical árabe. Al-Farabí distingue entre los tonos “esenciales”, estructurales y los de adorno o “suplementarios”. Si para otro teórico árabe del s. XIII como Al Tifâschî, el arte del melisma estaba más desarrollado entre las gentes cristianas que entre los árabes, es posible que la Península haya conservado antiguas tradiciones anteriores a la islamización. En la Biblioteca de Catalunya se guarda un pequeño tratado (ms. 1325) titulado Arte de melodía sobre canto lano (sic) y canto d’organo que nos ofrece varias posibilidades de ornamentación a partir de cada sonido y dependiendo del intervalo que exista hacia el sonido siguiente. Y da sus nombres: quiebro, onda, tremolacio, dos ondas..., por otra parte semejantes a los que describe Jerónimo de Moravia en su Tractatus de Música (s. XIII) al hablar de las distintas posibilidades de ornamentación (flores longi, flores aperte, flores subiti...). Y es posible que podamos encontrar estas maneras de ornamentar en algunos grupos de cantores que, aún hoy, han conservado por tradición oral algunas melodías religiosas.
No sabemos si realmente estas tradiciones vivas entroncan directamente con el antiguo canto mozárabe, pero los cantores de Andavías han sabido conservar algunas piezas tanto del Propio como del Ordinario de la Misa, pertenecientes a determinadas festividades del año. Los introitos Salve sancta parens yPuer natus est son cantados de manera prácticamente idénticos: estilo silábico (y melódicamente ascendente en una suerte de escala estructurada que luego se repetirá en otras piezas) solamente interrumpido por un melisma muy cerca del final de la pieza. Un poco antes, el canto cambia a la octava superior. Los versos de los introitos están en un estilo de recto tono, pero al final comportan un gran melisma. La repetición es melódicamente diferente, más animada rítmicamente y al final de la pieza en el secuLORUM. AMEN, se cambia súbitamente el registro a la octava para anunciar el final. La misma melodía y el mismo procedimiento es repetido en el ofertorio Ave Maria y en la comunión Beata viscera, asegurando así una unidad de base a toda la misa. No así en el Dirigatur (quizás inspirado en el homónimo gradual gregoriano), cuyos procedimientos son similares a los de las piezas anteriores, pero la ornamentación es distinta. El Ite misa est que concluye la misa es entonado con la melodía Fons bonitatis, pero la respuesta Deo gratias se desmarca utilizando material melódico de las ornamentaciones de las piezas precedentes.
Lo más sorprendente es que en casi todas las partes de la Misa de Andavías podemos encontrar procedimientos de ornamentación semejantes a los descritos en el Arte de canto lano... En otras piezas se encuentran lejanas influencias del ambiente sonoro gregoriano, como ocurre en las secciones del Ordinario: Kyrie, Glori,...En esta última la unidad se logra además con el ritmo dáctilo (es decir alternancia de una célula constante de nota larga seguida de dos breves). Pero la parte más impresionante es el Credo. Su melodía no pertenece a ninguna de las que encontramos en las ediciones “oficiales” actuales de canto. Quizás esté en relación con las decenas de melodías que se encuentran en los manuscritos e impresos de canto llano que todavía no se han estudiado en profundidad. El ritmo es claramente dáctilo y, otra vez, las ornamentaciones pueden contactar con las que aparecen en el tratado antes mencionado. La disposición de las estrofas y su estructura es muy clara: cada una de ellas se canta en una octava con la repetición del mismo motivo melódico. Sin duda, lo más espectacular es el Et incarnatus, que debe ser cantado por un cantor solista experto en el arte del melisma. Cada sílaba de la palabra lleva su propia ornamentación, a veces muy larga, multiplicándose cada vez más según nos acercamos al final. Son interesantes también las ornamentaciones introducidas en el tono romano de la lectura, con su cadencia al agudo y su conclusión en el Aleluya. ¿De dónde vienen estas melodías? ¿Existe alguna conexión con el Arte de Melodía de Toledo? Por el momento no tenemos respuesta a estas preguntas.
El etnomusicólogo Miguel Manzano ha encontrado melodías semejantes (no idénticas, pero sí utilizando los mismos procedimientos) y en su Cancionero Leonés ha transcrito una Misa Solemne que comparte este estilo de Andavías. Y entre sus trabajos figuran también distintas versiones del Miserere para el Viernes Santo. La que escucharemos en esta grabación pertenece a la tradición viva de Andavías. Se trata de un simple recitativo semejante melódicamente al tono IVº del canto gregoriano, es decir una cuerda de recitación con adornos de un tono por arriba y un tono por debajo. Esta sonoridad (que los etnomusicólogos y musicólogos medievalistas califican como modalidad de RE, en términos de modo arcaico) puede ser el nexo de unión con antiguas prácticas fosilizadas en el tiempo y que la tradición ha mantenido en la memoria.
Quizás en el futuro los trabajos conjunto de etnomusicólogos y musicólogos nos muestren un camino de confluencia entre las experiencias vivas de estos grupos de cantores, las posibilidades de ornamentación descritas en los tratados teóricos y los propios cantos “fosilizados” por los copistas cuyos ejemplares conocidos como los Cantorales de Cisneros, son el testimonio escrito de la práctica toledana de los siglos XV-XVI. Una forma de arte que durante siglos pudo ser el tronco común en las iglesias del Mediterráneo.
Juan Carlos Asensio Palacios
Conservatorio Superior. Salamanca
[1] MATEOS CARRETERO, J. A. Andavías, un Lugar de Realengo en la Jurisdicción de Zamora. Siglos XII al XIX. Madrid: 1994.
[2] MATEOS CARRETERO, J.A., o. cit.
[3] GÓMEZ CARABIAS, F. Guía Sinóptica, Estadístico-Geográfica de las Poblaciones y Parroquias de la Diócesis de Zamora y Vicarias de Alba y Aliste. Zamora: 1884.
[4] MADOZ, P. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Castilla y león. Zamora. Madrid:1845-1850.
[5] MADOZ, P., o. cit.
[6] MATEOS CARRETERO, J.A, o. cit.