Investigación y diseño:
“BORDEANDO LA VIRTUD”
Chicas “malas”* de Candeleda
No es nada nuevo hablar de la existencia de repertorios “picantes” o atrevidos a lo largo y ancho de España, sin embargo estos suelen ser muy fragmentarios y se les ha dado poca relevancia, más aún cuando las protagonistas son mujeres que no “responden “al estereotipo femenino de pasividad, delicadeza y dependencia. Desde la Antropología asomarse a una colección de cantos es hacerlo a los que hacen posible su existencia, es valorar su lugar en el entorno social y a la significación que para las gentes que lo siguen apreciando, tiene.
Candeleda es un pueblo donde conviven con extraordinaria facilidad repertorios muy distintos entre sí, tanto por lo que se refiere a las músicas como al contenido literario o la forma de ejecución.
En “Bordeando la virtud” queremos asomarnos a unos contenidos y a unos estilos que, si no son exclusivos de esta comunidad, sí tienen en ella caracteres que son reconocidos y apreciados desde dentro y desde fuera, por candeledanos y vecinos, por propios y ajenos. La Ronda como hecho social, como lugar de encuentro y relación, será la protagonista de la tarde.
Candeleda conserva y canta tonás, rondas, jotas, rondeñas y malagueñas que con cuerdas, calderos o a “voz sola” emocionan y divierten.
La Toná, es un género y un modo de hacer querido e importante en este pueblo. Es el reposo de los guitarreros, porque en este tiempo ellos pueden, si así lo quieren, echar un cigarro o un vino, mientras las mujeres se cogen del brazo en un círculo mejor o peor hecho y con los hombres que se animan, cantar las historias de mujeres, y otras tantas. En ella alguien sale y “entona” la primera copla, mientras el grupo saldrá luego en su ayuda, estableciéndose incluso “un duelo” entre hombres y mujeres que llega muchas veces hasta el borde de las fuerzas de ambos.
En esta ocasión las protagonistas de nuestras historias tienen nombre propio como. Baldomera, Manola, Catalina, Marianita, la Valenciana, la Zagala, la Molinera… o simplemente son “mujeres malas” que nos hacen partícipes de su historia, de sus deseos o conoceremos lo que de ellas se dicen. Muchas otras quedarán fuera y dejaremos para otra ocasión.
En las historias que queremos narrar
las mujeres toman decisiones, eligen o intentan manejar su vida, son activas, no siempre “sale bien” pero tienen un lugar más allá de ser hijas, hermanas, esposas y madres. Pueden ser “objeto de deseo” pero de alguna manera ellas son, están, “se hacen presentes”.
Mucha gente canta en este pueblo, y desde allí, con toda la fuerza de las mujeres, Meña pondrá alma y voz a las tonás, para darlas cuerpo, para cantarlas junto con Pablo, Edu, Patri, Jesús, Antonio … y los que se atrevan. Ellos son “los valientes”, los de Candeleda.
*Al contrario que las buenas, éstas van a todas partes…
Chicas “malas”* de Candeleda
No es nada nuevo hablar de la existencia de repertorios “picantes” o atrevidos a lo largo y ancho de España, sin embargo estos suelen ser muy fragmentarios y se les ha dado poca relevancia, más aún cuando las protagonistas son mujeres que no “responden “al estereotipo femenino de pasividad, delicadeza y dependencia. Desde la Antropología asomarse a una colección de cantos es hacerlo a los que hacen posible su existencia, es valorar su lugar en el entorno social y a la significación que para las gentes que lo siguen apreciando, tiene.
Candeleda es un pueblo donde conviven con extraordinaria facilidad repertorios muy distintos entre sí, tanto por lo que se refiere a las músicas como al contenido literario o la forma de ejecución.
En “Bordeando la virtud” queremos asomarnos a unos contenidos y a unos estilos que, si no son exclusivos de esta comunidad, sí tienen en ella caracteres que son reconocidos y apreciados desde dentro y desde fuera, por candeledanos y vecinos, por propios y ajenos. La Ronda como hecho social, como lugar de encuentro y relación, será la protagonista de la tarde.
Candeleda conserva y canta tonás, rondas, jotas, rondeñas y malagueñas que con cuerdas, calderos o a “voz sola” emocionan y divierten.
La Toná, es un género y un modo de hacer querido e importante en este pueblo. Es el reposo de los guitarreros, porque en este tiempo ellos pueden, si así lo quieren, echar un cigarro o un vino, mientras las mujeres se cogen del brazo en un círculo mejor o peor hecho y con los hombres que se animan, cantar las historias de mujeres, y otras tantas. En ella alguien sale y “entona” la primera copla, mientras el grupo saldrá luego en su ayuda, estableciéndose incluso “un duelo” entre hombres y mujeres que llega muchas veces hasta el borde de las fuerzas de ambos.
En esta ocasión las protagonistas de nuestras historias tienen nombre propio como. Baldomera, Manola, Catalina, Marianita, la Valenciana, la Zagala, la Molinera… o simplemente son “mujeres malas” que nos hacen partícipes de su historia, de sus deseos o conoceremos lo que de ellas se dicen. Muchas otras quedarán fuera y dejaremos para otra ocasión.
En las historias que queremos narrar
las mujeres toman decisiones, eligen o intentan manejar su vida, son activas, no siempre “sale bien” pero tienen un lugar más allá de ser hijas, hermanas, esposas y madres. Pueden ser “objeto de deseo” pero de alguna manera ellas son, están, “se hacen presentes”.
Mucha gente canta en este pueblo, y desde allí, con toda la fuerza de las mujeres, Meña pondrá alma y voz a las tonás, para darlas cuerpo, para cantarlas junto con Pablo, Edu, Patri, Jesús, Antonio … y los que se atrevan. Ellos son “los valientes”, los de Candeleda.
*Al contrario que las buenas, éstas van a todas partes…