Soledad Rodríguez y Miriam Guerra comenzaron a tocar la pandereta en la escuela de folclore de Torrelavega y pronto se dieron cuenta de la gran necesidad de recoger, transmitir y conservar todo ese acervo que rodea a las mujeres de Cantabria y sus panderetas. Llevan a cabo un trabajo de campo acercándose hasta los pueblos para hablar con la gente mayor y con pandereteras que tocaban de mozas en las romerías, aprendiendo de ellas coplas, toques y melodías.
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